viernes, 22 de junio de 2007

BOCA CAMPEÓN DE AMÉRICA



El conquistador: Riquelme guió a Boca a la cumbre de América

El campeón tuvo una holgada consagración en Porto Alegre: se impuso con dos goles del N° 10 y definió la serie con un categórico 5-0

PORTO ALEGRE.- Sopla el viento en la cumbre y Boca se siente a gusto, como si nunca hubiese abandonado ese lugar, como si siempre le hubiese pertenecido. Se aísla. No advierte la presión. Apenas el tiempo, su tiempo, se detiene. Sólo se deja volar y disfruta. Y hay que dejarlo porque bien merecido se lo tiene. Demasiado coraje y pasión puso en su escalada a la cima. Mucho trajín, sudor y buen juego le demandó la aventura. Y llegó, nomás. Boca otra vez es el mejor y recibe los saludos de América, que más allá de la alfombra roja se rinde ante la consagración xeneize, la 17» en el terreno internacional.

Todo estaba hecho. Sí, desde antes, mucho antes. Pero no le importó. Ni a Boca ni a Riquelme, el emblema, el símbolo, que en la mágica noche, aquella que pudo haber sido la despedida, dejó una estela con aquel derechazo que salió desde el corazón y que, rabioso, se clavó en la red brasileña. Le alcanzaba con un empate, incluso con una caída por dos goles, pero Boca no pudo con su instinto. La gesta precisaba coronarse con un éxito. Y así se dio con ese 2-0 -simbólico, a estas alturas- que hizo añicos la utópica esperanza de Gremio. En total fueron cinco goles de diferencia. Qué justo campeón habrá sido Boca que jamás una final en la Copa Toyota Libertadores terminó con tanta ventaja.

Boca jugó con fervor y puso el corazón, como en toda la Copa. Aunque tuvo la mente fría, al menos eso, en la caldera de Porto Alegre, para no protegerse en demasía detrás de aquel escudo que le otorgó el triunfo por 3-0 en la Bombonera. Sí, Boca jugó a lo campeón. Entonces, ¡bienvenida la vuelta olímpica!

Se movió a lo campeón porque no lo afectó el clima caldeado que rodeó su presentación en esta ciudad. Se tapó los oídos ante la silbatina y se mostró indiferente a los feroces gritos de los torcedores , que, entre bramidos, banderas y bombas de estruendo, intentaron darle una mano a Gremio, que insinuó mucho más de lo que concretó, que se perdió entre la solidez defensiva de su adversario y las seguras manos de Caranta.

Boca se sintió un cabal vencedor porque lo tuvo a Riquelme. El N° 10, la insignia del líder, absorbió la presión, la hizo suya y acompañó con soltura los pasos ofensivos de los xeneizes . A veces le faltó una pizca de justeza en el último pase, pero qué importó con lo que vino después. Nada.

La insistencia de los brasileños, más por obligación que por los argumentos que dejó a la vista, apenas encontró cierto riesgo con un fuerte remate de Diego Souza que rebotó en el travesaño. Porque también habrá que decir que la fortuna estuvo de lado del equipo argentino: ya en el segundo tiempo, un cabezazo de Schiavi -reemplazó a Teco, lesionado- pegó en el palo derecho.

Boca se frotó las manos ante cada rechazo en lo alto del Cata Díaz. Se relamió ante cada cruce de Clemente Rodríguez o de Ibarra. En cierto modo, Gremio le facilitó las cosas. Se equivocaron aquellos que esperaban un ataque furioso del equipo de Porto Alegre. El conjunto de la Ribera nunca perdió el control y también supo cómo administrar la pelota y, sobre todo, las energías.

Hasta que Gremio quedó en la lona con un fortísimo tiro de Riquelme. Hasta que el N° 10 apareció de nuevo y definió con un toque corto tras un rebote de Saja luego de una corrida de Palacio. Si hasta se dio el lujo de fallar un penal -Palermo lo tiró fuera-. Porque Boca fue un campeón tan merecido que hasta le sobraron atributos... Aún suenan los aplausos.

6 son las copas Libertadores que ganó Boca: 1977, 1978, 2000, 2001, 2003 y 2007; además, fue subcampeón 1963, 1979 y 2004

La Nación 21-06-07

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